sábado, 25 de mayo de 2013

GUERRA DE CRIMEA: el Imperio Otomano

Situación del Imperio Otomano en el s.XIX
El Imperio Otomano, ya considerablemente debilitado desde el s. XVII, se encuentra en una situación de DECADENCIA en el s.XIX. En esta época se conocía al Imperio como “el hombre enfermo de Europa”.
Se puede hablar de dos términos que definen la situación del Imperio Otomano en el siglo XIX: DESMEMBRAMIENTO y REFORMISMO.

Desmembramiento
Por un lado, se va a producir un “desmembramiento” del Imperio, en el que este sufrirá la pérdida de numerosos territorios. Esto se va a reflejar en el retroceso del este en el continente europeo y en la pérdida de control en el norte de África, conservando las provincias asiáticas.

Causas del desmembramiento

Esta pérdida de territorios se produjo debido a:
- El gradual debilitamiento del Imperio, bajo un régimen despótico y absolutista.
- Los intereses políticos y económicos de las potencias extranjeras (Austria, Rusia, Francia e Inglaterra. Estas potencias se van a aprovechar de la situación de decadencia del Imperio para favorecer sus propios intereses, tanto políticos como económicos, dando lugar a la denominada “Cuestión de Oriente”. De hecho, el Imperio Otomano logrará mantenerse en pie gracias en cierta medida a los conflictos de intereses entre las distintas potencias, estableciendo RELACIONES BILATERALES con las mismas.
- Auge del NACIONALISMO en las provincias europeas, en la zona de los Balcanes, la mayoría cristianas ortodoxas. Potencias como Rusia aprovecharán esta situación de inestabilidad para favorecer su deseo expansionista.


Fases del desmembramiento

Fue Grecia, apoyada por Rusia e Inglaterra, e inspirada en la Revolución Francesa, la primera provincia que consiguió la independencia en 1830, con el Tratado de Adrianópolis, aunque cabe destacar que el Imperio Otomano hizo gala de su todavía poderoso ejército, en la batalla naval de Navarino.
A partir de aquí, las demás provincias se irán independizando gradualmente:
Serbia, que ya había protagonizado frecuentes levantamientos, y favorecida por el movimiento PANESLAVISTA por parte de Rusia, la cual se consideraba la protectora natural de los pueblos eslavos del sur, tanto por razones étnicas como religiosas, ya que era el centro del cristianismo ortodoxo, consiguió la autonomía en 1829; le seguirían las provincias rumanas (Valaquia y Moldavia) en 1859.
Posteriormente, como consecuencia de las revueltas en los Balcanes y de la guerra ruso-turca (1877-78), el Imperio va a perder definitivamente Serbia, Rumanía, Tesalia (que se integra en Grecia) y parte del Epiro. Territorios como Bosnia-Herzegovina (ocupada por Austria) y Bulgaria, dependen solo NOMINALMENTE de Estambul.
Por último, tras la revolución de los “Jóvenes Turcos” de 1908, el Imperio Otomano  perderá sus últimas posesiones en Europa (Albania, Macedonia y Tracia occidental).
En cuanto a las pérdidas en el norte de África: Argelia fue tomada por Francia en 1830 y Túnez en 1881. Inglaterra ocupó Egipto en 1882 e Italia tomaría Libia en 1912.  


Reformismo
Debido a la superioridad de Europa en relación con el Imperio Otomano, era necesario establecer reformas. El crecimiento de la presencia e influencia de Europa haría que estas reformas tendiesen a lo “occidental”. Más allá del objetivo de transformar el Estado central, las reformas otomanas van a buscar que el Imperio alcance la “civilización”, es decir, formar parte de las “naciones civilizadas”.
La era de reformas del s.XIX, se puede dividir en un periodo de transición y preparación (1789-1826); en un periodo de acción intensiva (1826-1876); y por último, en un periodo de culminación (1876- I Guerra Mundial).
Será MAHMUT II (1808-1839), quien establecerá los precedentes de las reformas posteriores: va a modernizar el Ejército con la supresión de los Jenízaros en 1826, convirtiéndolo en el principal instrumento de centralización política; reforma la administración en 1835; y firma un decreto en 1838 en el que prohibía a las autoridades extranjeras dar salvoconductos a los súbditos cristianos, quitándoles a estos el privilegio de acogerse a la jurisdicción de los cónsules extranjeros.
Pero la AUTÉNTICA época de reformas comienza con el sultán ABDUL MEJID I (1839-1861), con el TANZIMAT, que significa “regulación y organización”. Se trata de una serie de reformas de tipo occidental, en todos los ámbitos de la vida, con la intención de MODERNIZAR el Imperio. La idea principal de este periodo, fue la declaración de igualdad de derechos de todos los ciudadanos otomanos, independientemente de su religión. Esto significaba la igualdad de acceso a ocupar cargos en la administración imperial y en el pago de los tributos, la obligatoriedad del servicio militar para los miembros de todas las comunidades y la abolición de los monopolios comerciales. Hubo también reformas políticas y avances tecnológicos, como por ejemplo, la conexión de Estambul a la red ferroviaria del Orient Express en 1885 y la introducción del telégrafo. En 1876 se estableció el primer Parlamento.
Con estas reformas, estaba presente la idea de modernización, pero sin perder  a la vez su identidad nacional o religiosa, es decir, llegar a Occidente pero sin “occidentalizarse”.
El problema de estas reformas sería que supondrían un gran gasto para el Imperio, por lo que este empezó a endeudarse y tuvo que aceptar cierto control financiero europeo en 1881, con las consecuentes presiones desde el punto de vista político y religioso. Además, estas reformas tuvieron que hacer frente también a los sectores que se oponían a ellas, entre los que destacaban los cristianos latinos (que habían perdido sus privilegios), y al doble discurso de Europa, que por un lado exigía al Imperio la aplicación de reformas, mientras que por otro lado presionaban y espoleaban a estas comunidades cristianas para que se opusieran a todo intento de abolir privilegios.

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