Los principios de la Contrarreforma
exigieron que hubiera una nueva espiritualidad que se adaptase a la situación religiosa del momento, y para alcanzar esto, la estética barroca fue
un medio expresivo perfecto.
Por otra parte, los monarcas también
se aprovecharon del arte al utilizarlo como propaganda para exaltar
su poder.
Pintura
barroca
Para exaltar el poder religioso, se
quería mostrar a la población las verdades de la fe, por eso se
hacía arte siguiendo los principios del Concilio de Trento y de la
Contrarreforma. Algunos de los temas totalmente rechazados por los
luteranos, como los santos o la Inmaculada Concepción, eran los que
abundaban en la iconografía. Se caracterizaba por su gran realismo,
por el que se pretendía ''llegar'' mejor a los fieles.
El poder monárquico se exaltaba
mediante retratos de los monarcas y su familia, mediante pinturas
históricas con hazañas llevadas a cabo por el Estado, destacando
así su poder, e incluso mediante pinturas mitológicas que alababan
a la corona con diferentes simbologías.
Rubens: Muerte de Enrique IV y proclamación de la regencia
Pintura
barroca en España
Se podría afirmar que el Barroco es
uno de los momentos más productivos en la pintura española. Madrid,
ciudad donde estaba la corte, y Sevilla, enriquecida por concentrar
el comercio con América, fueron clave para la pintura.
Mientras que en algunas naciones se
dieron las corrientes clasicista y decorativa, en España predominó
el naturalismo y tenebrismo.
En la temática apenas se dio la
mitología, ya que la mayoría de obras eran de carácter religioso.
A pesar de que se dieron grandes
pintores como Ribalta, caracterizado por su naturalismo y los fuertes
contrastes, o José de Ribera, con una etapa tenebrista y otra
influenciada por la pintura veneciana, el pintor más destacado fue
Diego Velázquez, una de las figuras españolas, y mundiales, más célebres en pintura.
El sevillano trabajó en la corte de
Felipe IV, por ello se pudo centrar, sobre todo, en la temática
mitológica, dejando algo de lado los temas religiosos.
Una de las principales características
de su pintura es el arrepentimiento: El pintor retocaba sus cuadros
del Palacio del Buen Retiro cuando la composición empezaba a no
convencerle.
Velázquez se vio muy influenciado a su
llegada a la corte, en 1623, por la pintura italiana que tenía
Felipe IV. Su obra más destacada en este período fue El triunfo de
Baco, donde mezcla personajes mitológicos y personajes que
correspondían al siglo XVII.
En su primer viaje a Italia, cambia
radicalmente su estilo, pasando de tonos ocres a unos tonos muy
claros. Un gran ejemplo de ello es La fragua de Vulcano, donde trata
las infidelidades de Venus a su esposo.
Velázquez: La fragua de Vulcano
Velázquez: La fragua de Vulcano
En 1631 regresa a Madrid. En esta etapa
realiza, sobre todo, retratos, destacando los ecuestres, como el de
Felipe IV.
Sin embargo, la obra más destacada de
este período es La rendición de Breda, un lienzo histórico.
Velázquez: La rendición de Breda
Velázquez: La rendición de Breda
Velázquez haría un segundo viaje a
Italia, pero no tendría repercusión en su estilo.
Fue en su etapa final cuando realizó
sus obras más brillantes y destacadas: Las meninas y Las hilanderas (o La fabula de Aracne).
Velázquez: Las meninas
Velázquez: Las hilanderas
Estas se caracterizan por el empleo de la luz (sobre todo, alternancia de luces y sombras) mediante la perspectiva aérea.
Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Diego_Vel%C3%A1zquez
https://es.wikipedia.org/wiki/Pintura_del_Barroco
http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/4788.htm
Velázquez: Las meninas
Velázquez: Las hilanderas
Estas se caracterizan por el empleo de la luz (sobre todo, alternancia de luces y sombras) mediante la perspectiva aérea.
Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Diego_Vel%C3%A1zquez
https://es.wikipedia.org/wiki/Pintura_del_Barroco
http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/4788.htm
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