jueves, 28 de febrero de 2013

Europa en la Edad Moderna

Al principio de la Edad Moderna, Europa estaba muy poco poblada.
Algunos de los países más populosos eran Francia y España, pero aún así, se alejaban considerablemente del número de habitantes que tenía por aquel entonces Constantinopla.
La demografía europea era de tipo antiguo, es decir, había una alta mortalidad, pero a la vez, una alta natalidad. El crecimiento vegetativo, por lo tanto, era positivo, pero podía ser barrido por plagas, como la peste, guerras, etc.
Además de ser un territorio poco poblado, Europa destacaba por ser rural, con más del 70% de población viviendo en el campo. 
Posteriormente, con gran ayuda de los gremios, las tasas de urbanización crecerían.

La organización de Europa por ese entonces era muy variada. Se puede destacar a Portugal, Castilla, Aragón y Francia. Alemania e Italia no existían como tales.
En esta última se encontraban los Estados Pontificios, había posesiones de la corona de Aragón, y, además, un conjunto de repúblicas independientes al norte.
A su vez, en Hungría había zonas de influencia turca.

En el siglo XVII subirían los impuestos, lo que, sumado a otras causas, generaría una gran inestabilidad y tensión en los diversos estados europeos.

Fundamentos de la civilización europea

La característica principal de la civilización europea era la presencia de la religión en la vida. Esta era de obligado cumplimiento y abarcaba todos los campos.
Por esta razón, no es de extrañar que la población viera a Dios y al demonio en todos los aspectos de la vida, que el calendario estuviera vinculado a actos religiosos, o que la campana, que llamaba a la misa, avisaba de peligros, etc., tuviera una gran importancia.
La enseñanza también era controlada por la iglesia, y, a pesar de que la mayoría de población no sabía ni leer ni escribir, sí había acceso a materiales de lectura a través de miembros de la familia que leían para los demás, o a través de juglares que contaban historias. Por esta razón, no se puede hablar de un analfabetismo absoluto.

El concepto de familia monógama también es destacable, ya que los lazos de solidaridad eran muy importantes. Por familia no solo se entendían miembros primarios, sino también familiares lejanos.
La propiedad privada, además,  estaba admitida y asentada.

En cuanto a la libertad de los hombres, se tiene que hacer una división entre Europa occidental, donde el feudalismo había desaparecido, y Europa oriental, donde el feudalismo era más duro.
Pero, a pesar de haber hombres libres, en Europa occidental también había esclavos. Estos eran considerados artículos de lujo, reservados solo para algunas familias.
También se daba la desigualdad social: al igual que había diferentes clases de ángeles, tenía que haber diferentes situaciones de hombres (señores, nobles y campesinos y vasallos). La igualdad era considerada una aberración.
En cuanto al papel de la mujer, se puede destacar que esta dependía primero del padre, y después, del marido.

Respecto a los mecanismos de control social, se puede destacar que no había policías, ya que el dominio no se hacía desde la violencia.
Destaca también el hecho de que no existían delegaciones de Hacienda, sino que se recurría a agentes privados.

Sacro Imperio Romano Germánico

El Sacro Imperio Romano Germánico destacaba por ser un mosaico de territorios, gobernados por príncipes laicos y eclesiásticos, con unas fronteras difíciles de establecer.
En este territorio, herencia del mundo romano y medieval, aún existía la figura del emperador. Sin embargo, más que un rey, era una especie de coordinador, ya que no tenía total libertad para hacer lo que quisiera (por ejemplo, no podía imponer impuestos en territorios que no fueran suyos).
De su elección se encargaba la Dieta, el órgano más importante del Imperio. Esta especie de parlamento estaba formado por 7 príncipes, que aconsejaban al emperador y, entre otras tareas, aprobaban subsidios.

                                                             7 príncipes de la Dieta

Entre los emperadores, se puede destacar a Maximiliano, que intentó, sin éxito, consolidar su poder.

                                                             Maximiliano de Habsburgo

Serían los príncipes los que consolidarían su poder, articularían el territorio y practicarían la centralización.

La herencia de Carlos el Temerario, último duque de Borgoña y padre de María de Borgoña, mujer de Maximiliano, sería un elemento de enfrentamiento entre Francia y la monarquía hispánica.